Icono Txupinazo

El Txupinazo

En la mañana del 6 de julio, y desde todos los puntos de nuestra vieja Iruñea, jóvenes y mayores, tod@s escrupulosamente vestidos de blanco, dirigen sus pasos en la misma dirección. La plaza del Ayuntamiento es, para tod@s l@s pamplones@s, el centro del mundo, allí donde va a explotar la fiesta en el mismo momento en que el primer cohete rasgue el silencio del firmamento. Con los pañuelos en la mano, agitándolos al viento, el fondo de la plaza y las calles adyacentes se convierten en un mar rojo de olas triangulares que tan sólo se sosiegan cuando las manecillas del reloj consistorial se unen arriba, en el mediodía.

Son las doce en punto cuando la persona elegida por el consistorio prende la mecha del cohete que explota sobre miles de cabezas, a la vez que pronuncia las palabras mágicas «¡Pamplonesas! ¡Pamploneses! ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!». Entonces un estruendo invade el escenario de la fiesta, un estruendo que se extiende por todo el casco viejo mezclado con músicas de txarangas y el ritmo se acelera como los corazones que vibran porque, al fin, han comenzado los Sanfermines.

Txupinazo de San Fermín

El nombre viene del lanzamiento de una serie de pequeños cohetes a las 12 del mediodía del 6 de julio desde el edificio del Ayuntamiento de Pamplona. El primero de los cohetes señala que las fiestas comienzan. Con el lanzamiento se produce una explosión de música, baile, cantos y fiesta (acertado nombre el de Txupinazo!) y es un gran honor y alegría ser el concejal elegido desde meses antes, para desear con voz emocionada unas buenas fiestas a todos, y prender la mecha del cohete desde el balcón de la Casa Consistorial, ante una muchedumbre enormemente agitada y deseosa de que comiencen los Sanfermines.

Antiguamente no era acto multitudinario como ahora; el comienzo de las fiestas lo marcaban las Vísperas, celebración religiosa en la capilla de San Fermín a la tarde de ese mismo día seis, a la que acudía la ciudad en pleno. Pero, como en muchas fiestas, no podían faltar los cohetes y los encargados de la pirotecnia empezaron a probar los cohetes en la Plaza del Castillo, el 6 de julio al mediodía, allá por los años 20 de este siglo, atrayendo, claro, la curiosidad de los más pequeños y de otros mayores.

Algunos años después, dos concejales se presentaron en la Plaza del Castillo con la idea de disparar ellos mismos los cohetes como señal de comienzo de fiestas y en 1940 se vino a alcanzar un carácter oficial, al trasladarse el acto al Ayuntamiento, desde cuyo balcón principal, con fachada profusamente adornada y también llena de visitantes, se lanzan los cohetes en un acto multitudinario como pocos del planeta.

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